La suspensión de aranceles da un respiro a la aviación, pero la escalada con China es una amenaza latente
Una suspensión temporal de 90 días sobre los nuevos aranceles globales impuestos por EE.UU., anunciada tras días de intensa confusión y volatilidad en los mercados, ofrece un respiro momentáneo a la tensionada industria de la aviación global. Sin embargo, un análisis publicado hoy por Courtney Miller de Visual Approach Research advierte que la incertidumbre fundamental persiste y los riesgos, especialmente derivados del mantenido y severo arancel del 125% aplicado a China, siguen siendo importantes.
La situación escaló rápidamente esta semana cuando Estados Unidos implementó sorpresivamente aranceles globales basados en déficits comerciales, generando caos inicial. Tras un fuerte impacto en los mercados y un vaivén en las comunicaciones oficiales, la administración estadounidense optó por pausar la medida, decretando una suspensión general de 90 días para la mayoría de los países importadores. Quedan excluidos Canadá y México, que abordarán negociaciones separadas.
Pero esta suspensión general no aplica a China. Como parte de una escalada de represalias distinta y ya en curso con EE.UU., se confirmó la vigencia de un drástico aumento arancelario del 125% sobre las importaciones provenientes del gigante asiático.
El análisis de Miller, considerado oportuno dada la fluidez de los eventos, disecciona las implicaciones de este complejo panorama. Miller argumenta que, a pesar de la bienvenida suspensión para muchos, la incertidumbre y el daño administrativo de la imposición inicial ya han dejado huella. Aerolíneas como Delta Air Lines habían manifestado públicamente su negativa a aceptar entregas inminentes de aviones Airbus fabricados en Europa (como los A321XLR, A330neo y A350) ante el temor de enfrentar facturas arancelarias millonarias e imprevistas.
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"La suspensión otorga tiempo valioso, pero no elimina el riesgo subyacente ni la posibilidad de que las reglas cambien nuevamente, o que surjan interpretaciones sobre cobros retroactivos", señala Miller en su informe. La decisión de "bajar los lápices" ("pencils down") en la aceptación de nuevas aeronaves importadas podría, según ella, extenderse hasta que haya una claridad absoluta sobre la aplicación y el futuro de los aranceles post-suspensión.
Miller reitera la doble presión que esta situación ejerce sobre la aviación: restringe aún más una cadena de suministro global ya frágil y amenaza la demanda de viajes aéreos si la incertidumbre comercial frena la actividad económica. La situación particular con China, manteniendo el arancel punitivo del 125%, añade una capa de complejidad y riesgo geopolítico, con potencial impacto en las cadenas de valor que dependen de componentes chinos.
Las preocupaciones a largo plazo expresadas por Miller sobre el impacto de un posible giro hacia la "desglobalización" en la aviación, un sector intrínsecamente global, cobran mayor relevancia en este contexto de volatilidad, según su análisis. La viabilidad de negociar exenciones arancelarias específicas y duraderas para la aviación durante o después del período de suspensión se vuelve ahora un punto crítico para la planificación de aerolíneas y fabricantes.
Si bien la suspensión de 90 días permite a la industria aeronáutica tomar aire, el análisis de Miller subraya que la incertidumbre administrativa, la grave tensión comercial específica con China y el espectro de una posible reanudación o modificación de aranceles mantienen un panorama complejo y desafiante para los próximos meses.
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