Anoche a última hora el Ministro de Defensa Agustín Rossi publicaba un tuit en el que daba a conocer que Korean Aerospace Industries informaba que «el problema de las licencias de exportación de cinco componentes» del KAI FA-50 no había sido resuelto.
Veniamos dialogando con la empresa KAI, coreana, para la compra del avión caza FA 50 para la FAA. Hoy, nos comunican que Gran Bretaña, quien produce 5 componentes del FA 50, prohíbe la venta a nuestro país. Nueva muestra de soberbia imperial ????????#MalvinasArgentinas pic.twitter.com/XBjq2bExHb
— Agustín Rossi (@RossiAgustinOk) October 30, 2020
Asumiendo -como hace el Ministro- que la carta que envió KAI implica el cierre definitivo de la opción Coreana, cosa que claramente no se desprende del texto pero quién se detiene en esos detalles, surgen algunas preguntas.
La primera y más obvia tal vez sea la más necesaria. Las primeras noticias sobre un supuesto interés de la Fuerza Aérea Argentina en el FA-50 son de 2013. Siete años atrás, los componentes de origen británico eran los mismos que ahora. En 2016, estos mismos componentes -seis en la carta, cinco en el tuit del ministro- habían sido identificados como críticos y dependientes de las licencias de exportación.
Entonces, cabe preguntarse: Si éste era un escollo insalvable, ¿por qué se siguió adelante con este programa? En lugar de esperar un «gesto» británico sobre un sistema de armas que claramente no es rival de lo que hay hoy en Mount Pleasant -y muchísimo menos cuando llegue el Tempest-, ¿se apostó a que Corea fabricaría un reemplazo del componente? ¿Para nosotros? ¿Por 10 aviones?
¿Qué evaluación se hizo cuando se probó el avión, a qué acuerdo se llegó para que se mantenga como opción si las licencias eran un problema? ¿Acaso ayer se desayunaron con la novedad de los componentes? ¿Qué hay entonces: desconocimiento o negligencia?
Si el cambio de signo político tras el cambio de administración afectaría el resutado de las negociaciones por las licencias de exportación, ¿Qué se hizo para tratar de mantener las condiciones? ¿Puede un proceso de modernización de material militar depender de la inclinación ideológica del gobierno de turno?
Aún asumiendo que la opción FA-50 está terminada -cosa que la carta no indica-, debemos suponer que si el Ministro de Defensa considera necesaria la incorporación de aviones de combate y una alternativa se cae, existirá otra. ¿Cuál es esa alternativa? ¿Se le pusieron todas las fichas a un solo caballo, que sabíamos que se podía mancar?
En redes y páginas corren ríos de opiniones sobre fabricar local. Lamentablemente hoy no existe la capacidad de fabricar un avión de las capacidades del FA-50. Ni los fondos para costear semejante desarrollo. Ni el tiempo.
La difícil situación del país hace imposible pensar en desarrollar un avión de 4,5° generación desde cero, aunque no haya a esta altura del campeonato ninguna tecnología de ese segmento inalcanzable desde lo técnico. Simplemente es impensable destinar un par largo de miles de millones de dólares para desarrollar un caza autóctono. Y esperar los años que llevaría incorporar el know-how necesario para diseñar, construir y operar un avión de las características del FA-50, o cualquier otro que cumpla con las necesidades actuales de la FAA. La carencia de medios es tal que pensar que hoy es tarde para cubrir esas faltas es erróneo. Hace 25 años era necesario. Hace 20 años era imprescindible. Hace quince años era tarde. Hace 10 era tardísimo. Hoy, es inexcusable.
La opción está en los bloques no occidentales, dicen también por ahí. Habrá que ver todos los pro y contras de la misma. Algunos preconceptos sobre el material ruso o chino son tangibles y otros son más subjetivos, pero firmemente enquistados en la mente de la FAA. Lo que sí, es hora de que se haga una evaluación seria de la alternativa, alejada de los vicios de todos y cada uno de los proyectos de adquisición de los últimos años.
Otra pregunta es el por qué se considera esta carta de KAI como un cierre definitivo cuando no lo es. En el terreno de la especulación, seguramente es una salida más elegante decir «no nos dejan comprar» que un más razonable «no hay un mango», pero si la idea es cerrar esta puerta para ir por otra, adelante. Si se cierra para que nuevamente pasen años sin novedades, sabremos que no era cuestión de embargo, sino de billetera.
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