Los nuevos cazas chinos sigilosos J-36 y J-50 se muestran cada vez más
Nuevos avistamientos y pruebas sugieren un desarrollo acelerado de los cazas chinos de sexta generación J-36 y J-50.
Durante los últimos días aumentaron los registros de los vuelos de prueba de los dos modelos de cazas de sexta generación que China está desarrollando para sus Fuerzas Armadas, posiblemente designados como Chengdu J-36 y Shenyang J-50. Aunque Pekín aún mantiene en reserva los detalles técnicos de estos programas, la información proveniente de fuentes abiertas, junto con el análisis de las imágenes y videos más recientes, permite delinear una imagen cada vez más clara de estos proyectos.
Una dupla complementaria
Lejos de tratarse de diseños en competencia por un único contrato, todo indica que el J-36 y el J-50 son proyectos concebidos para operar de manera complementaria. Se trataría de una dupla de cazas que responde a dos filosofías distintas, pensadas para cubrir un amplio espectro de misiones dentro de la Fuerza Aérea y la Armada del Ejército Popular de Liberación.
El “peso pesado”
El Chengdu J-36, un caza furtivo de gran tamaño con tres motores, representa probablemente la propuesta más ambiciosa de ambas. Las últimas imágenes viralizadas del avión, captado cruzando una autopista mientras aterrizaba en las instalaciones de Chengdu Aircraft Corporation (CAC), en Sichuan, permitieron observar detalles antes inexplorados. Entre ellos, se destaca un camuflaje en dos tonos y se confirma que la toma de aire dorsal es de diseño DSI (Diverterless Supersonic Inlet), alineada con las tendencias furtivas adoptadas desde la quinta generación.
Uno de los datos más llamativos es la aparente configuración lado a lado de la cabina, similar a la del Su-34 ruso. Este rasgo refuerza la idea de que el J-36 no es un caza tradicional, sino un cazabombardero pesado de largo alcance, concebido para misiones de ataque profundo y penetración estratégica. Su estructura parecería incorporar tres bahías internas para armamento —una central de gran tamaño— capaces de alojar misiles aire-aire de largo alcance como el PL-17 o incluso municiones hipersónicas de gran tamaño similares al Kh-47M2 Kinznal ruso utilizado exitosamente en Ucrania, ampliando significativamente su capacidad ofensiva.

La disposición de sensores también da pistas sobre su nivel de sofisticación. Las fotos muestran posibles antenas laterales complementarias al radar frontal, una solución similar a la vista en el Su-57 ruso, junto con lo que parecen ser ventanas optrónicas para sistemas IRST/EOTS. Incluso se especula con espacio para armamento láser, una de las capacidades exploradas para la sexta generación. Todo esto apunta a una plataforma orientada a la supremacía aérea más allá de la línea del frente, capaz de comprometer los activos críticos del enemigo, como aviones de alerta temprana, aviones de transporte táctico/estratégico, buques, centros de mando o infraestructura logística en la retaguardia.
El sigilo ágil del J-50
Por su parte, el Shenyang J-50 responde a una lógica distinta. Más compacto, bimotor, con ala en forma de lambda y sin derivas verticales, el avión busca maximizar la furtividad y la agilidad a través de una aerodinámica radical y controles de vuelo avanzados. La ausencia de superficies verticales —uno de los elementos más característicos de esta propuesta— indica una apuesta decidida por maximizar el sigilo multibanda, incluso a costa de sacrificar estabilidad lateral.
La geometría alar tipo lambda resulta uno de los aspectos más distintivos del avión. En las imágenes recientes se aprecia además uno de sus rasgos más inusuales: las puntas de ala articuladas, lo que sugiere un sistema activo de control aerodinámico muy avanzado. Este tipo de superficies móviles permitiría optimizar el control en distintos regímenes de vuelo sin comprometer el diseño furtivo. Esta particularidad, junto al uso de toberas con control vectorial 2D, lo posiciona como un diseño que busca alcanzar una notable maniobrabilidad, incluso a velocidades supersónicas.
Entre sus elementos destacables se cuentan las tomas DSI laterales, un tren delantero de doble rueda —que podría apuntar a una futura versión embarcada—, un túnel ventral que podría tener funciones aerodinámicas o alojar sistemas adicionales (e incluso integrar parte de la bahía de armamento principal), y un sensor optrónico bajo el voluminoso morro, presumiblemente un sistema EOTS con cobertura esférica, similar al del F-35 o J-20. También se han identificado bahías laterales adicionales a la principal, lo que refuerza la idea de una configuración multirrol con capacidad para misiles aire-aire de medio y largo alcance, así como armamento de precisión aire-superficie.
La conjunción de todas estas características perfila al J-50 como un caza de peso medio/pesado polivalente, optimizado para superioridad aérea y ataque en profundidad, pero también lo suficientemente asequible para ser producido en grandes cantidades. El J-50 podría convertirse en el reemplazo natural de la amplia familia de cazas Flanker desarrollados en China —actual caballo de batalla de la Fuerza Aérea (PLAAF) y la Armada (PLAN) —, con prestaciones comparables en alcance, carga y agilidad, pero muy superiores en electrónica, velocidad, letalidad y supervivencia.
Redefinir el estándar
La aparición casi simultánea del J-36 y del J-50, revelados públicamente en diciembre de 2024, confirma una estrategia de desarrollo dual por parte de China para dominar el combate aéreo del futuro. Mientras Estados Unidos avanza con su programa NGAD, aún envuelto en secreto tras el anuncio público de la selección de la propuesta de Boeing (el futuro F-47), y Europa sigue en fases tempranas con el FCAS y el Tempest, China parece haber acelerado la transición hacia una nueva generación.
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¿Califican realmente estos modelos como cazas de sexta generación? La pregunta sigue abierta. Como ocurrió con la quinta generación —cuyo estándar fue definido a posteriori por la aparición del F-22 y luego adaptado con el F-35—, bien podría suceder que sea el primer país en desplegar estos aviones de forma operativa quien fije los criterios globales para la nueva categoría. Y en ese juego, China ya está mostrando sus cartas.
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