La Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) presentó una nota ante el Ministerio de Transporte en la cual solicita que tras la decisión de LATAM Airlines de suspender las operaciones de su filial argentina se avance en la quita de los derechos sobre rutas internacionales operadas por filiales de otros países.
La misiva, que lleva la firma de Pablo Biró, expresa que «las circunstancias indicadas determinan la necesaria e inmediata intervención de esa cartera de Estado, en tanto autoridad de aplicación de la política de transporte aéreo, en atención a las consecuencias que de la decisión empresaria se derivan para terceros en general y los trabajadores dependientes en particular, entre los que se cuentan los pilotos representados por esta organización gremial» (alrededor de un 30% de los pilotos de LATAM Argentina están afiliados a APLA, mientras que el resto lo está en el flamante UPAL).
Según APLA (aunque ya era un reclamo generalizado de los gremios tradicionales durante el gobierno de Macri), la operación de rutas internacionales por parte de LATAM Chile, LATAM Perú o LATAM Brasil, principalmente aquellas que llegan al interior argentino, incumplen el requisito de «reciprocidad efectiva en los acuerdos bilaterales vigentes, según así lo disponen los arts. 9 y 10 de la Ley 19.030», por lo que se debe disponer «la cancelación de las rutas que le fueran otorgadas a aquellas empresas«.
Ya hemos tratado esto en otras ocasiones, pero con la apertura del mercado argentino llevada adelante por el gobierno anterior, LATAM desplegó una fuerte estrategia de captación de pasajeros del interior argentino (aunque también Buenos Aires) hacia sus hubs en Lima, Santiago de Chile y San Pablo, un negocio mucho más interesante para el holding que un cabotaje argentino con tráfico en crecimiento pero con tarifas en picada producto de la entrada de las low-cost.
Si bien sería ilusorio tratar de implementar la reciprocidad con otra compañía argentina (porque difícilmente sea significativo para Aerolíneas Argentinas, Andes, Flybondi o JetSMART operar Salta – Lima o Rosario – San Pablo al no tener capacidad de distribución en esos aeropuertos y con un tráfico punto a punto marginal), el pedido pasaba por que al menos una parte de esas rutas sea operada por la filial argentina, lo cual daba lugar al tira y afloje entre el holding, que ve a esta como «cara e ineficiente» en comparación con sus pares latinoamericanas, y los sindicatos, que lo ve como una extorsión para intentar «precarizar» sus condiciones laborales.
Pero con LATAM habiendo accionado la carta «me voy del país», el juego avanzó hacia un nivel completamente diferente, cuyas reglas quizás todavía deben ser escritas.
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